La Unión Europea es sin duda uno de los focos legislativos globales para todo lo relacionado con la conservación medioambiental y posibles avances tecnológicos que ayuden a desarrollar esa labor. La tecnología NFC/RFID puede ser uno de los grandes protagonistas de estos cambios.
A principios de 2018 los legisladores europeos ya se reunieron y acordaron diferentes puntos:
Los Estados miembros deberán alcanzar unas tasas de reutilización y reciclaje de basura a nivel municipal que irán aumentando progresivamente, pasando del 55 % en 2025 al 60 % en 2030 y al 65 % en 2035, informó el Consejo de la UE en un comunicado.
Para el 1 de enero de 2025, los países de la Unión Europea deberán tener establecido un sistema de recolección separado para textiles y los desechos peligrosos de los hogares.
Además, deben asegurarse de que para el 31 de diciembre de 2023, los biorresiduos se recolectan por separado o se reciclan en la fuente (a través del compostaje doméstico, por ejemplo) y de forma adicional a la recolección que existe para cartón, vidrio, metales y plástico, agregó el Consejo.
Los objetivos específicos de reciclaje para todos los envases en general serán del 65 % para 2025 y del 70 % para 2030, al tiempo que se establecen para esos dos horizontes cuotas específicas de plástico (50 y 55 %, respectivamente), madera (25 y 30 %), metales ferrosos (70 y 80 %), aluminio (50 y 60 %), vidrio (70 y 75 %) y papel y cartón (75 y 85 %).
En varios foros internacionales ya se ha destacado que el uso de etiquetas RFID en diversos embalajes como botellas, bricks, etc… Puede resultar extremadamente útil para realizar la trazabilidad de los mismos, y sobre todo garantizar el cumplimiento de las cifras y cuotas legisladas.
Imaginemos una botella de vidrio retornable que incluye una etiqueta RFID en su interior que hace que se sepa a que hora ha salido exactamente de un supermercado, si ha sido retornada o no y si ha pasado al proceso de reutilización. El uso de esta tecnología propicia el control de los ítems hasta un nivel individual, ofreciéndonos todo el historial de esa botella en concreto.
Los costes de implantación no son demasiado elevados, ya que la mayoría de grandes superficies ya cuentan con sistemas de lectura RFID en sus lineales, o cuentan con planes para implementarlos. Además el precio de cada etiqueta RFID apenas es de unos céntimos por unidad, y si efectivamente los costes del embalado son mayores, los beneficios derivados de la capacidad de control sobre el reciclaje los compensan, tanto a nivel económico como medioambiental.
¿Es quizás el momento de que exista una normativa europea RFID/NFC para el reciclaje de productos?